INTRODUCCIÓN:
A. La realidad de las enfermedades, el sufrimiento y la muerte, siempre despiertan el miedo, la incertidumbre, la desconfianza, y una gama variada tanto de experiencias como de emociones, por lo general dolorosas y negativas. Esta claro que todo individuo, sin importar su nacionalidad, estatus social y capacidad adquisitiva estará expuesto en alguna medida a la experiencia de alguno de estos escenarios, y tendrá que admitir que al final, todos vamos por el mismo camino, el camino de los que se dan cuenta que no son más que transeúntes y viajeros en este mundo, como por ejemplo Alejandro Magno.
Encontrándose al borde de la muerte, Alejandro Magno convocó a sus generales y les comunicó sus tres últimos deseos:
1. Que su ataúd fuese llevado en hombros y transportado por los mejores médicos de la época.
2. Que los tesoros que había conquistado (plata, oro, piedras preciosas), fueran esparcidos por el camino hasta su tumba, y…
3. Que sus manos quedaran balanceándose en el aire, fuera del ataúd, a la vista de todos.
Uno de sus generales, asombrado por tan insólitos deseos, le preguntó a Alejandro cuáles eran sus razones.
Alejandro le explicó:
1. Quiero que los más eminentes médicos carguen mi ataúd para así mostrar que ellos NO tienen, ante la muerte, el poder de curar.
2. Quiero que el suelo sea cubierto por mis tesoros para que todos puedan ver que los bienes materiales aquí conquistados, aquí permanecen.
3. Quiero que mis manos se balanceen al viento, para que las personas puedan ver que vinimos con las manos vacías, y con las manos vacías partimos, cuando se nos termina el más valioso tesoro que es el tiempo.
B. La diferencia que hay entre los seres humanos en cuanto a la muerte, es que algunos parten de este mundo creyendo que todo se ha terminado, y otros, que hay algo más allá; algo para lo cual se han estado preparando siguiendo las pisadas (ejemplo) y las enseñanzas de Jesucristo. El mejor amigo, el sabio maestro, el salvador sacrificial, el Hijo de Dios, el único capaz de ofrecer la vida abundante.
C. Es Jesucristo quien a través de sus experiencias en este mundo nos ayuda a tener una percepción mas adecuada de la vida, de los sufrimientos, las enfermedades y el más allá. Además de que una mirada atenta en Jesús; es decir, su vida, sus palabras sus gestos, su forma de afrontar el sufrimiento y la muerte, su trato y relación con las personas, especialmente con las enfermas, ayudarán a sus discípulos a configurar un estilo de presencia junto al enfermo y a desempeñar fielmente su misión en el nombre de Señor.
D. El Señor Jesús declaró que “no son los sanos quienes tienen necesidad de medico sino los enfermos…” (Mc 2:17). Si bien su preocupación estaba puesta en las necesidades espirituales de la gente, no fue ajeno a sus enfermedades físicas.
SU ACTITUD FRENTE AL SUFRIMIENTO
A. En los evangelios tenemos diferentes perspectivas acerca de Jesús por parte de los escritores inspirados. Es probable que sea Marcos quien nos lo muestre como un hombre que vive intensamente con profunda alegría interior enraizada en la experiencia del Padre y su reino.
B. Pero esta experiencia no lo aleja del sufrimiento de la gente, pues se conmueve profundamente ante el dolor de otros (Mt 9:36; 14:14; 15:32).
C. Jesús no ama el sufrimiento ni lo busca, pero sabe aceptarlo cuando lo encuentra en su propia vida y lo asume de manera activa como la ocasión más real para mostrar: a) su amor y confianza total en el Padre (Jn 14:31; Lc 23:46), y b) su amor y solidaridad incondicional a los hombres (Lc 23:34).
D. La experiencia del sufrimiento no lo endurece ni lo encierra en si mismo, antes bien, los sensibiliza y conecta al dolor ajeno y lo hace capaz de: a) “auxiliar o socorrer a los que son probados” (Heb 2:18) y b) identificarse con todos los que sufren (Mt 25:35-40).
LOS ENFERMOS, SU CAMPO DE TRABAJO
A. Jesús aprovecha las diferentes percepciones y trasfondos para ejercer su ministerio y revolucionar con su doctrina.
B. El mundo de los enfermos se convierte en el campo privilegiado en el ministerio de Jesús como señal de su acción liberadora y salvadora (Mt 11:5; 12:28), pues la enfermedad es vivida en tiempos de Jesús como una experiencia de abandono, desamparo, de máxima pobreza, de la maldición divina y de marginación social.
SU PROCEDER FRENTE A LOS ENFERMOS
A. Jesús se acerca a ellos por amor. A veces ellos salen a su encuentro (Mt 9:27), a veces son llevados por familiares o amigos (Mc 2:4), en otras ocasiones es él quien se acerca o los llama (Lc 13:12; 18:40). Lo cierto es que su acercamiento a ellos es motivado por su amor. No hay ningún interés proselitista (Mc 5:19), ni un deber profesional, pues no es médico. Tan solo su amor total a los necesitados. De él se diría: “… éste anduvo haciendo bienes y sanando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él” (Hch 10:38).
B. Les atendió sus necesidades. Jesús busca el encuentro personal con los enfermos, los acoge, escucha, comprende, interpreta sus deseos, les infunde aliento y esperanza y estimula su fe. Libera a los enfermos de su soledad. Les ayuda a creer de nuevo en la vida, la salud, el perdón y la reconciliación. Se interesa en romper con la marginación en que se abandona a algunos enfermos. Busca el contacto humano con ellos por encima de las normas que lo prohíben (Mc 1:41). Los integra en la vida social posibilitándolos a ver, oír, hablar, caminar y valerse por si mismos (Mc 7:34-35; 8:25; Jn 5:8).
C. Contó e interactuó con ellos. Jesús estimula a los enfermos al protagonismo sin anular su iniciativa (Jn 5:6-8; Mt 20:32; Lc 18:42; Mt 15:28).
D. Jesús curó (el cuerpo), sanó (el alma) y salvó (el espíritu) a toda persona. No solo cura la enfermedad física, ofrece en la curación corporal la sanación interior de la persona, lo libera de la culpa y la reconcilia con Dios (Mc 2:5), la abre al mensaje de la buena nueva (Mc 7:34) y la ayuda a reconocer las causas del mal (Jn 5:14), le devuelve la paz y la salvación total de parte de Dios (Jn 5:14).
E. Jesús dialogó con los alejados (Jn 4:5-30), interactúa con ella en torno a sus necesidades personales (sed, cansancio), surgen los prejuicios y recelos en la conversación, y se parte de allí para identificar el problema, valorar su sinceridad y descubrirle el nuevo sentido de la vida revelándole quien es él. Finalmente ella experimenta un cambio interior llevándola a ser portadora de la buena nueva para los suyos.
F. Acompañó a las personas en crisis (Lc 24:13-35). Jesús se acerca a ellos haciéndose su compañero de camino, mostrando interés por lo que les pasa, los escucha y sintoniza con su estado de ánimo, los insta a considerar las escrituras llevándolos a recuperar su fe personal y su gozo interior.
G. Enseñó la relación con el prójimo que sufre (Lc 10:29-37). Enseña que no vamos a pasar de largo sino a pararnos junto a él, no solo para conmovernos sino también para compadecernos y ofrecer dentro de lo posible, ayuda eficaz, poniendo el corazón y ofreciéndose a si mismo.
JESÚS SIGUE HOY JUNTO AL ANFERMO
Jesús, el Señor, por su espíritu sigue estando presente junto a cada enfermo como un compañero de viaje que comparte su situación, da sentido y contenido a su existir, infunde aliento, coraje y paciencia para luchar, es consuelo en la inseguridad y angustia, ofrece la vida de Dios que cura al mayor mal que es el pecado y posibilita vivir toda a existencia de una forma nueva.
POEMA “A MÍ ME LO HICIERON” de Pedro Nuñez
Estuve enfermo y me llamaste por mi nombre.
Estuve enfermo y venía cada mañana sonriente a decirme: ¡Buenos días!
Estuve enfermo y fui para ti alguien y no algo.
Estuve enfermo y aceptaste con paciencia mis impaciencias.
Estuve enfermo y siempre que venías me dabas paz.
Estuve enfermo, llegué con miedo y con afán y me acogiste con solicitud y cariño.
Estuve enfermo y diste vuelta a mi almohada para que estuviera mejor.
Estuve enfermo y me trataste con competencia.
Estuve enfermo y me diste cariño, comprensión, escucha y amor.
Estuve enfermo y me diste a Dios.