Por Juan Abanto
TEXTO: II Ti 2:3-4; I Pe 2:2
INTRODUCCIÓN:
A. ¡Uno más Señor, permíteme salvar a uno más! Fueron las palabras dichas por Desmond Thomas Doss, y tras su muerte han quedado como un referente de la determinación y compromiso por buscar el bien del prójimo. Desmond Doss fue un cabo del Ejercito de los Estados Unidos, quien fue el primer objetor de conciencia (la objeción de conciencia es la negativa a acatar órdenes o leyes o a realizar actos o servicios invocando motivos éticos o religiosos) en recibir la Medalla de Honor y uno de los tres únicos objetores que recibieron tal honor (los otros dos fueron Thomas W. Bennett y Joseph G. LaPointe, Jr.). En sus declaraciones dijo haber salvado a 50 personas, sin embargo, los registros militares dicen que fueron alrededor de 75 los soldados que fueron rescatadas por Desmond Doss del campo de batalla, que tuvieron la posibilidad de volver a casa a salvo.
B. Cuando hablamos de la salvación, hablamos de los esfuerzos divinos para darle a la humanidad caída en la batalla contra Satanás, la oportunidad de volver a casa a salvo.
[En esta reflexión veremos tres secretos acerca de la salvación que el Señor nos ha dado, lo primero que tenemos que admitir y entender es que la salvación está disponible].
LA SALVACIÓN ESTÁ DISPONIBLE
Dice el apóstol Pablo “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (I Ti 2:3-4).
A. Dios es nuestro salvador. Lo primero que podemos rescatar en el versículo tres, es uno de los aspectos de la naturaleza divina, uno de los tantos rasgos de la personalidad de Dios, me refiero al hecho de que Dios es nuestro salvador (Jud 25; Os 13:4; Sal 140:7).
1. “Al único y sabio Dios, nuestro Salvador, sea gloria y majestad, imperio y potencia, ahora y por todos los siglos. Amén” (Jud 25). En este mundo hay una diversidad de deidades, Dios creados para satisfacer las expectativas y la cosmovisión de sus creadores. El Dios de la Biblia no ha sido creado por nadie, es todopoderoso, omnisciente y eterno, el único. Nos dice el hermano del Señor que es nuestro salvador. Con un toque cariñoso e íntimo dice del Él, “nuestro”. Porque podemos y debemos, necesitamos identificarlo como nuestro, pues fuera de él no hay Dios, y es más grande que todos los dioses (I Re 8:23; II Cr 2:5). “Mas yo soy Jehová tu Dios desde la tierra de Egipto; no conocerás, pues, otro dios fuera de mí, ni otro salvador sino a mí” (Os 13:4).
2. “Jehová Señor, potente salvador mío, tú pusiste a cubierto mi cabeza en el día de batalla” (Sal 140:7). El salmista lo identifica como “potente salvador”, por lo tanto, la pregunta que debemos hacernos es ¿qué es lo que no puede o no es capaz de hacer?, la respuesta evidente es, no hay nada que no sea capaz de hacer, y cuando de nuestra salvación se trata, debemos creer y podemos confiar que lo hará.
B. Dios quiere que todos los hombres se salven. Las escrituras declaran abiertamente que “Dios no hace acepción de personas” (Hch 10:34; Ro 2:11; Ef 6:9). 1) Por un lado, podemos entender que la salvación es una necesidad universal, puesto hemos pecado y hemos caída de la gloria de Dios, necesitamos recuperar aquello que perdimos irracionalmente y volver aquel que siempre nos amó. 2) Por otro lado, también podemos notar que delante de Dios todos necesitamos y tenemos disponible una segunda oportunidad. Las escrituras nos hablar sobre un “nuevo nacimiento” (Jn 3:3) y sobre una “vida nueva” (I Co 5:17). Esto me suena a segundas oportunidades.
C. Debemos ser conscientes de nuestra necesidad de Salvación para aprovechar la oportunidad que el Señor nos ofrece. Esto significa que tenemos que llegar a admitir que nuestra condición es una en la que estamos corriendo un peligro mortal y destructivo, esto mis amigos y hermanos es debido al pecado en nuestras vidas. Debemos estar dispuestos incluso a tomar decisiones drásticas en pro de nuestra salvación.
1. (Ilustración del senderista Aaron Ralston).
2. “[debemos] tomar nuestros problemas y transformarlos en bendiciones, viendo las dificultades como un regalo en lugar de tragedia” (Aaron Ralston)
La salvación es una realidad de la que podemos disponer gracias a Jesucristo (I Ti 1:15; Hch 4:12; Jn 8:32).
[Lo segundo que tenemos que reconocer es que la salvación no es una utopía, sino que está al alcance de todos, así que…]
LA SALVACIÓN ES ALCANZABLE
A. Debemos tener la actitud del salmista, quien decía “Levante, Jehová; sálvame, Dios mío… La salvación es de Jehová; sobre tu pueblo sea tu bendición” (Sal 3:7-8).
B. El apóstol Pablo escribiendo tanto a congregaciones como a individuos expresa la realidad de la salvación.
1. “Nos salvó, no por obras de justicia que nosotros hubiéramos hecho, sino por su misericordia, por el lavamiento de la regeneración y por la renovación en el Espíritu Santo” (Tit 3:5).
a. El apóstol Pablo empieza diciendo de manera determinante “nos salvó”, poniendo en evidencia la realidad en la que se encuentra todo cristiano. Esto debe darle al mismo, la tranquilidad espiritual que se necesita para lidiar con las circunstancias que le presente la vida en su día a día, aun las cosas que no tienen que ver con lo espiritual.
b. A su vez el apóstol enfatiza que no tenemos la salvación como resultado de ser gente buena o justa, de hecho, si así fuera no la necesitaríamos, sino que es debido a la misericordia de Dios.
c. Además de todo esto, Pablo nos explica la manera como la salvación es posible, y nos hace saber que es por medio del “lavamiento regenerador” (el bautismo) y por la “renovación” (de nuestra mente) en el Espíritu Santo (Ro 12:2).
2. “Pues mucho más, estando ya justificados en su sangre, por él seremos salvos de la ira” (Ro 5:9). En este verso el apóstol nos habla sobre la realidad de la justificación es otra forma de describir el estado espiritual de todos aquellos que han sido salvados. El ser justificado significa ser declarados inocentes, hablábamos en la sección anterior sobre nuevas oportunidades y es que, sin estas, lo único que el ser humano merece por causa de sus delitos y pecados es sufrir las consecuencias de sus actos, en este sentido lo que merecemos es castigo y destrucción eterna. Sin embargo, nos dice Pablo que es gracias a la sangre de Jesucristo es que tenemos la justificación, la sangre de Cristo nos ha declarado inocentes delante del gran juez, reconociéndonos como hijos suyos y salvados.
3. “Pues ya que, en la sabiduría de Dios, el mundo no conoció a Dios mediante la sabiduría, agradó a Dios salvar a los creyentes por la locura de la predicación” (I Co 1:21). Es a través de la predicación del evangelio, es decir, a través de la predicación del “Cristo crucificado” (v.23), locura para algunos, tropezadero para otros, pero finalmente es la respuesta de Dios a la necesidad urgente de salvación de los seres humanos.
[Finalmente debemos entender que la salvación es algo que tenemos que cuidar y sostener, es por eso que diremos que…]
LA SALVACIÓN ES SOSTENIBLE
A. Toda persona que ha reconocido que la salvación está disponible y que la ha alcanzado, debe asegurarse de hacer lo necesario para caminar en ella, para sostenerla con todas sus fuerzas y no perderla. Es por esta razón que el escritor del libro de Hebreos dice que “… es necesario que con más diligencia atendamos a las cosas que hemos oído, no sea que nos deslicemos” y añade “¿Cómo escaparemos nosotros, si descuidamos una salvación tan grande? (Heb 2:1, 3).
B. Para mostrar nuestra diligencia en relación a las cosas que hemos oído, es decir a las enseñanzas o a la doctrina que hemos recibido, debemos “desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual no adulterada, para que por ella crezcáis para salvación” (I Pe 2:2).
1. Si bien hemos sido salvados de nuestros delitos y pecados, si hemos sido reconciliados, justificados, regenerados y renovados, esto no es cosa solamente del pasado. Es algo en lo cual debemos mantenernos de manera firme y constante.
2. El apóstol Pablo nos anima a “…estar firmes y constantes creciendo en la obra del Señor siempre…” (I Co 15:58); además nos dice que nos “ocupemos de nuestra salvación con temor y temblor” (Fil 2:12) y el apóstol Pedro insiste que todo este esfuerzo finalmente es “para alcanzar la salvación que está preparada para ser manifestada en el tiempo postrero” (I Pe 1:5).
C. De ninguna manera debemos de estancarnos o detenernos en nuestro crecimiento espiritual y en nuestra madurez (II Pe 3:18), debemos asegurarnos que estamos viviendo esa vida renovada y transformada, que estamos demostrando que de verdad la vida cristiana es lo mejor que nos ha podido suceder, y que estamos comprometidos con el Señor para un día finalmente participar de esa salación eterna, reservada para todos los fieles hijos de Dios. Que de verdad queremos volver a casa, que somos de aquellos a los cuales se les dio una segunda oportunidad para vivir y que la aprovecharon al máximo a lo largo de su vida en Cristo.
CONCLUSIÓN:
A. Consideremos todos estos maravillosos secretos de la salvación, con el propósito de seguir haciendo lo mejor que podamos para demostrarle a Dios que valió la pena darnos esa segunda oportunidad, que valió la pena el sacrificio, que valió la pena entregar su hijo amado por nosotros.
B. Una de los secretos de la salvación del que no hemos hablado es que “La salvación es proclamable”, pero recuerda que no podemos dar lo que no tenemos, por lo tanto, no olvides que:
1. La salvación está disponible y es alcanzable, de modo que si aún no eres cristiano me gustaría invitarte a aprovechar esta oportunidad para iniciar una vida nueva en Cristo.
2. La salvación es sostenible, por lo tanto, lo que se espera después de tu conversión es que vivas una vida fiel al Señor en temor y obediencia y comprometido a seguir creciendo y madurando espiritualmente.
C. ¡Que el Señor sea con cada uno de nosotros!
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